sábado, 19 de diciembre de 2015

La Alquería de Jumilla: de la tierra a la mesa



Hay lugares que nos devuelven a nuestras raíces, a la tierra, y la Alquería de Jumilla en Murcia es uno de ellos. Las razones son muchas, como el paisaje, la arquitectura rural, el aislamiento o el famoso vino, la gastronomía, entre muchas otras. Pero lo que realmente te permite es algo impagable hoy en día: recoger lo que la tierra nos da y cocinarlo como antes de que llegara la tecnología.

Amanecemos con esa puesta de sol en tonos morados tan típica de la huerta murciana y Antón, que lleva toda la vida convirtiendo la tierra en manjares, nos trae manojos de acelgas y de oruga – hoy conocida por su nombre italiano, “rúcola” - recién cortados. Nos dará trabajo durante toda la mañana, de ése que ya poco ejercemos y que consiste en preparar el producto que vamos a comer. 

Con la oruga hacemos una tortilla para desayunar, muy aromática, y con el queso fresco de cabra que Carmen ha comprado al productor del pueblo, nos preparamos unas tostas con jamón al fuego del hogar, que caldea la casa desde primera hora de la mañana. Una parrilla improvisada, un buen vino y a disfrutar de ese tiempo que parece se ralentiza en los pueblos.

Se acerca la noche y ponemos en marcha ese horno de leña estilo árabe al que venía medio pueblo años atrás. Tras unas horas, sacamos una empanada de acelgas con huevo y dos panes amasados en casa. Más vino, lumbre de hogar y ganas de comer y conversar ante una noche en la que el tiempo vuelve a multiplicarse.

Al día siguiente nos acercamos al Horno de Santa Ana, el único de la Alquería, y en el que diariamente, desde hace tres generaciones, se cuecen sequillos, roscos de vino y de aguardiente, mantecados y cristóbalas de almendra y coco. Allí, Emi me explica que en Navidad viene gente de toda Murcia a comprar estas delicias. Y, tras probar varios de los roscos de la estantería, nos vamos tratando de memorizar ese olor a manos de abuela que amasa, con tiempo y cariño, esos productos de la tierra que nos devuelven a nuestras raíces.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Una mañana con los habitantes de la Ciudad Encantada de Cuenca



En las afueras de Cuenca hay un lugar mágico en el que convive todo un universo animado e inanimado. Un paisaje cinematográfico que ha enamorado a directores de cine, fotógrafos, escritores, miembros de la UNESCO y millones de seres que vienen a pasear por los restos del fondo de un mar de hace 90 millones de años.

De día predominan los humanos, en varias modalidades turísticas: familias castellanas, grupos de madrileños, abuelos del IMSERSO, extranjeros que recorren el patrimonio de la humanidad español y muchos más. Rompen el silencio los niños chinos, que suben y bajan rocas como si estuvieran en un parque temático. Esto me hace pensar en cómo las cosas sencillas son las que más se disfrutan en la infancia. Imaginar que las rocas son seres humanos, animales o personajes.
De noche, la naturaleza inanimada de las rocas se transforma en un bosque con mar, en el que comparten espacio tortugas, focas, barcos, osos, elefantes y cocodrilos, y un can que vigila en la orilla. Todo ello, rodeado de símbolos de la civilización como una plaza mayor, un convento y un puente romano. También habitan personajes de leyenda, como Viriato, un pastor lusitano que encabezó varias revueltas contra la invasión romana y que se escondió en esta ciudad rocosa, y la de los amantes de Teruel.
Durante un par de horas vale la pena pasear sin rumbo y dejar volar la imaginación como esos niños y niñas chinas que revolotean entre rocas y flores, llaman a los pájaros, imaginan que el elefante y el cocodrilo luchan, que los amantes se dan un beso, que la flota de barcos navega por el mar de piedra y que se deslizan por el mágico tobogán de los sueños.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Venecia de 8.00 a 9.00

Me despiertan ruidos de motores y algunas voces que hablan un dialecto cantarín: estoy en Venecia. Me preparo, desayuno, me abrigo y salgo dirección a la Univesità Ca' Foscari (aquella en la que trabaja la mujer del famoso comisario Brunetti de las novelas de Donna Leon).

Salgo del hotel, un palacio típico veneciano que está frente al canal de Gaffarò, y me encuentro con varias escenas de carga y descarga flotantes: la dificultad de pasar las cajas de los barcos a las calles, los topes de los puentes que marcan el nivel de las cajas apiladas, las góndolas que se entremezclan entre ellos dirección al Gran Canal.  Cruzo el puente y oigo a los trabajadores discutir y reir a la vez, tan típico italiano.

Sigo a la gente que, apresurada, va toda en la misma dirección. En Venecia hay un sentido de la movilidad que los turistas no conocemos. Deambulamos mirando un mapa imposible de entender e intentando que nuestros móviles GPS nos localicen con precisión: ¡imposible! Venecia solo la conocen los venecianos.

Una señora de una cierta edad con carrito de la compra tradicional se acerca a un barco: es una frutería. Me pregunto cómo hace la mujer para subir y bajar puentes con el peso de la compra. No es la única. Varios venecianos se acercan a esta tienda sobre el agua, que ofrece, además, producto de temporada como el finocchio, el radicchio rosso, las alcachofas, entre otros. Decido comprar un poco de estos productos y que me cuente cómo los cocinan: el radicchio rosso con arroz o pasta, el finocchio al horno o crudo en ensalada y las alcachofas (que son de Cerdeña) a la plancha con perejil.

Sin carro de la compra, vuelvo mis pasos hacia Ca’ Foscari y, en uno de esos refugios de las aguas conocidos como campo (que hace función de una plaza), me encuentro con un improvisado mercado de pescado fresco con tres puestos. La laguna de Venecia es una gran proveedora de pescado y de aquí que los platos típicos de la ciudad incluyan sardinas, anchoas, calamares, y todo simpre bien combinado con la pasta. ¡Que no es lo mismo mezclar las anchoas con unos bigoli que con farfalle!

Miro el mapa y, aunque veo el Campo Santa Margherita, no encuentro la calle que debo seguir. Me vuelvo a dejar llevar por la dirección en la que va la gente y sigo a los más jóvenes (seguro que van a la universidad). Otro puente. Las tiendas están entreabiertas y sus dependientes en los cafés de los alrededores, comentando la mañana o las notícias.

Último puente, vuelvo a oír el ruido de las barcas que se cruzan con las góndolas y ahora sus voces se mezclan con las de los estudiantes. La entrada de Ca’ Foscari parece escondida entre el puente y el callejón en la que está. No hay plaza, ni campo. Aquí dentro empieza otro viaje, el de las 9.00, en el que el conocimiento se convierte en protagonista

martes, 17 de noviembre de 2015

¿A qué huele la Plaza Mayor de Madrid?

No es la primera vez que voy a la plaza Mayor de Madrid, pero sí la primera vez que me he movido por ella guiada por su olor. Y todo ha ocurrido al entrar por uno de sus arcos,  que no es el más conocido, el de la calle Botoneras. A las 10 de la mañana pensaba encontrarme con el famoso chocolate con churros o porras y me he encontrado con varios bares que preparaban bocadillos de calamares. En ese momento he pensado, “voy a seguir el rastro de los olores que me llevan a la plaza”, pues si bien ya no ejerce la función de mercado de arrabal que fue en el siglo XVI, las calles que la rodean mantienen su recuerdo y el Mercado de San Miguel ha asumido el liderazgo.
Frente a los calamares, una foto en blanco y negro. No huele pero activa mi curiosidad por su contenido y me acerco a mirarla. Ante mí, la Generación del 27, encabezada por Luis Cernuda, en su última reunión previa a la diáspora de la Guerra Civil, en el restaurante Los Galayos. En la foto hay sillas vacías y parece que Federico García Lorca, Rafael Alberti, Miguel Hernández, y los otros te estén esperando para tomar un vino y comer un “cochifrito”. Ahora sí, huelo el aroma a cocido madrileño que ya debe llevar varias horas hirviendo en el puchero de barro de las cocinas del centenario restaurante.

De repente, una breve entrada de aire seco de la sierra me recuerda que estoy en Madrid, que en la sombra hace frío y que huele a montaña. Así que cruzo el arco en busca de un poco de sol y de un buen desayuno. Entre las interminables obras y los madrugadores grupos turísticos busco otro olor que llevo en el recuerdo y que forma parte de esta plaza desde hace siglos: el barquillo y la oblea. Los barquilleros han estado aquí desde casi la construcción de la plaza, pues se trata de un producto dulce, fácil de elaborar y muy económico. Hay que tener suerte para ver uno, y yo no la tengo, pero sí que mi olfato me lleva hasta la Mantequería Bermejo, en la calle Zaragoza, donde me ofrecen Bartolillos y Mentiras de Madrid, crujientes y llenos de azúcar.

El número de turistas en dirección a la plaza comienza a multiplicarse y, por un momento, pienso que en las calles que llevan hacia ella están los verdaderos restos del mercado que fue y que su belleza sirvió para institucionalizar y alojar los gremios profesionales. De ahí que la Casa de la Panadería y la de la Carnicería gobiernen, frente a frente, la estructura de la plaza.

Así que vuelvo a acercarme a ella, para ver si consigue cautivarme, pero camino varios minutos bajo sus soportales y otro olor se me vuelve a llevar hacia un arco estrecho, oscuro y con bastante pendiente por donde baja la Escalerilla de piedra. Es el Arco de Cuchilleros y huele a historias de bandoleros y a las tapas que ahora se cocinan en las cuevas donde se escondían.

Vuelvo la vista atrás y veo de nuevo el sol que domina la plaza. Ahora sí, la empiezo a cruzar rodeando la estatua de Felipe III que no aporta nada, más allá del hecho histórico de haber sido uno de los primeros Austrias, y mis pasos vuelven a desembocar en otro callejón, que lleva el nombre del mencionado jinete, y cuyo olor me lleva a una señora que en la esquina vende palo de regaliz.

La plaza Mayor de Madrid no huele a nada, pero la vida que la rodea es un universo de sensaciones.

viernes, 6 de noviembre de 2015

D'Albertis y el mundo

En una de las colinas de Genova se encuentra un antiguo castillo reformado que fue hogar y centro de estudio de Enrico d'Albertis, uno de los grandes exploradores y viajeros italianos del finales del siglo XIX. Transformó unas ruinas en un verdadero castillo en el que ubicar todo aquello que traía de sus viajes por el mundo y disponer de espacio suficiente para construir maquetas, meridiani (relojes solares) y otras muchas cosas. Dispone, probablemente, de una de las más completas bibliotecas de viajes y países, geografía y mapas, que existen. El Castello d'Albertis es ahora sede del Museo de las Culturas del Mundo.
Navegante, escritor, etnólogo y naturalista, fue el fundador del primer Yatch Club italiano en 1879 y, a bordo del Violante y el Corsaro realizó la ruta de Colón hasta las Américas siempre guiado por instrumentos náuticos que él mismo se contruyó. 

Más tarde daría la vuelta al mundo tres veces siempre utilizando diferentes medios de transporte: barco, camello, caballo, tren, hidroavión, entre otros. De todo ello dejó mucho material fotográfico y varias obras escritas.


 El cronista Caffaro escribía sobre él:

"Il capitano d'Albertis... è una delle più belle figure di marinaio che io m'abbia conosciuto. Era vestito in tal modo, d'una giacca di pelle di foca e con la berretta di lana, una giornata di neve in cui, abbattuto dal ventoe assiderato dal freddo, mi ospitò a Monte Galletto [località in cui sorge tuttora il castello]. Grande, magro, la pelle abbronzata dalle lunghe crociere, la barba folta ed ispida, i capelli abbandonati in una simpatica noncuranza, folte le sopracciglia alla cui ombra brillano due intelligentissimi occhi."

viernes, 30 de octubre de 2015

Gastronomía Genovesa

Comer en Italia es como volver al pueblo y recordar olores y sabores de antes. La cultura de comer productos frescos, del territorio, de proximidad es algo que se debería recuperar y por eso, precisamente aquí, nació el movimiento Slow Food, muy cerquita de Genova, en Bra. 


En un fin de semana hemos podido combinar el comprar productos para cocinar en casa y comer fuera en un lugar único. Cocinar en casa, con pasta fresca comprada al momento en un pastificcio di Castelletto, es algo que hay que probar. Los domingos, colas enteras de genoveses compran pasta fresca como pollos a l'ast. Nuestra receta de pasta fresca: Agnolotti  e trofiette con salsa di noci.


Tras numerosos aperitivi llenos de tapas que los acompañan y nos dejan sin poder comer más, al día siguiente, conseguimos ir a C'era una volta, un restaurante en el que te sientes verdaderamente en casa de la abuela. Cada silla, cada mesa, cada rincón son únicos. Con un menú della tradizione preparado con calma y con productos locales, decidimos probar:


  • Piccage al sugo di funghi
  • Ravioli di carne alla Genovese al tocco
  • Stoccafisso accomodato
  • Trippe accomodate
  • Tonnato




Entre tantos amantes de la cocina genovesa encontramos un caso digno de ser citado, como es el poeta Paul Valery, en "Au hasard et au crayon" (1925):

"Cocina fragrante con pasteles gigantescos, harina de garbanzos, mezclas, sardinas al aceite, huevos duros envueltos en la pasta, tartas de espinacas, frituras"


sábado, 24 de octubre de 2015

10 razones por las que Génova es una de las ciudades más bonitas de Italia!



  1. Por su historia: Cartagineses, Romanos, Bizantinos, Lombardos, Sarracenos, Toscanos, Venecianos, Franceses.....todos interesados en ella por su enclave estratégico y cobijo bajo los alpes. La mezcla histórica se palpa en sus edificios, calles y gastronomía.

  2. Por el mar: A pesar del clima que tiene, inestable entre alpes marítimos y golfo propio, la ciudad está en el mar y vive cara al mar. Todas sus calles llevan al mar (no a Roma) donde se creó el primer Yatch Club italiano pero, ante todo, donde se han construido los mayores y más históricos barcos, goletas, galeone, etc.... de la historia. Con grandes familias marítimas como los Grimaldi y los Doria.
  3. Por su gastronomía: Que comentaré en una única publicación pero que merece tanto la pena probar. Dada la ubicación de la ciudad, es una cocina mar y montaña: anchoas al verde, stocafisso (bacalao), varios tipos de pasta caseras con salsa de nueces y el famoso pesto, trippe, etc. 
  4. Por la focaccia: Una forma única de preparar pan estilo hogaza que rellenan de queso, como la Focaccia di Recco, o con hierbas aromáticas, cebolla, jamón, etc. La receta de la focaccia (Fugàssa en Ligur)se cree proviene  o de los etruscos o de los griegos.
  5. Por los exploradores: La ciudad está llena de historias de viajes, aventureros y exploradores que salieron de allí en busca de otros mundos, como Colón que nació en la zona, vivió en la ciudad y comenzó su formación aventurera y marítima aquí. Otro viajero único y navegante intrépido que recorrió mundo con su barco "Il Corsaro" fue Enrico d'Albertis, cuya c asa-museo es impresionante y te permite dar la vuelta al mundo con productos que él mismo trajo. Además, aloja el museo de las culturas del mundo.
  6. Por sus mercados: En varios puntos de la ciudad existen aún los pequeños mercados de antaño (Mercato Orientale, Mercato del Porto) y algunos que empiezan a crearse gracias al valor que la sociedad de consumo está dando a la comida saludable (Mercato del Pesce)
  7. Por formar parte de la UNESCO: inscritos como Patrimonio de la UNESCO desde 2006: "le Strade Nuove e il sistema dei Palazzi dei Rolli, nel centro storico di Genova (tardo XVI - inizio XVII sec.), rappresentano il primo esempio europeo di un progetto di sviluppo urbano con una struttura unitaria, pianificato da un'autorità pubblica e associato a un sistema peculiare di ospitalità pubblica in residenze private, in base a un decreto del Senato."
  8. Por las callejuelas del Porto Antico: Conocidos en lengua ligur como "caruggi", son "vicoli" estrechos y sinuosos. Hay que observarlos bien, aunque sea difícil, porque en la mayoría hay cosas por descubrir: edificios de estilo otomano o palaciego, porterías de fotografía, placetas escondidas, osterie y trattorie acogedoras...
  9. Por su entorno: privilegiada por la Côte d'Azur a un lado, por toscanos Cinque Terre al otro, por la proximidad de Córcega y Cerdeña al sur, y los Alpes Marítimos y el Piemonte...enclave para emprender nuevos viajes siempre!
  10. Por su estructura: Sin prácticamente espacio para construir más, la ciudad está llena de edificios uno encima del otro, al estilo de Montecarlo, pero con una arquitectura palaciega, de colores, rica y pobre. Es una ciudad cambiante pero amenazada por la sobriedad del mar y sus gentes, que suelen ser solitarias y también desconfiadas. Y no es de extrañar tras tantas invasiones... Pero ante todo, no es una ciudad postal, ¡es una ciudad viva!







sábado, 17 de octubre de 2015

Dos pequeñas joyas en la Riviera sur de Genova: Noli y Savona



Atardece en Noli, pequeña población que en otros tiempos fue romana, bizantina, longobarda, francesa, República marítima independiente (siglo XII), napoleónica, ligur, sarda y, hoy, italiana. Al ser un importante centro portuario, estuvo en el punto de mira de muchos imperios y repúblicas italianas, como la de Pisa, Venecia y Genova, con la que finalmente, en el siglo XVIII se alió. Citada por Dante en el Purgatorio y según algunos estudios, cuna de la familia del famoso navegante descubridor de algunas islas de Cabo Verde, Antonio de Noli, muestra aún lo relevante que debió ser en su época por sus palacios, dos catedrales y toda la población amurallada y coronada por un castillo imponente.



Paseamos por su interior intentando identificar algunas de las 70 torres defensivas que llegaron a proteger la ciudad. Merendamos una focaccia de Recco y otra de cebolla, descubrimos unos calabacines largos, llamados Zucca Trombetta d'Albenga, y ponemos rumbo a Genova.

Ya es de noche y pasamos por playas "Bagni" y pueblos todos con apariencia turística pero que seguro esconden rincones espectaculares (como pasa en toda Italia). Pero al llegar a Savona, ciudad que parece eminentemente industrial, nos encontramos con un castillo-fortificación enorme y no podemos evitar parar: Complesso monumentale del Priamàr. Es de noche y solamente podemos entrar y pasear por los jardines, pero volveremos!


domingo, 11 de octubre de 2015

Noche Torinesa, Night in Torino, Notte Torinese

A pesar del cansancio y el mal tiempo, nos aventuramos a recorrer Torino, aunque sea bajo un paraguas. Nuestro hotel, Albergo Abanyta, es fantástico. Un palacio típico en vía Cavour, pleno centro histórico. Y de allí paseamos, sin conseguir ubicarnos por tanta lluvia y frío, buscando el Palazzo Madama, tan solemne con su doble estilo arquitectónico. Y lo conseguimos....llegamos a Piazza Castello rodeada de pórticos y fantásticos cafés y galerías. 

Esto es Torino: café, chocolate, elegancia y muy buena gastronomía. La ciudad está envuelta de palacios dignos de una época monárquica, iglesias por doquier y un Duomo que, a parte de la Síndone (sábana santa), tiene una de las cúpulas que compiten en complejidad con Santa Sofía en Estambul. Dejarse llevar por sus calles y observar detenidamente los palacios de estilo medieval, real, Mussolini, modernos...toda una combinación en la capital de la Fiat y el Museo Egipcio. No nos da tiempo ni a ver la torre Fiat, ni el renovado Museo Egipcio, ni tantas cosas porque con esta lluvia y, con solo una noche, lo mejor que podemos hacer es irnos a cenar.

Y entre Cavour y Castello encontramos la Locanda da Betty, pequeño restaurante al que no le hace falta el sello Slow Food porque realmente lo es. Y es que Italia respeta la comida; utilizando siempre sus productos locales, dando tiempo al comensal, al cocinero, al camarero...el tiempo no es lento, se detiene con una buena cena y una buena compañía. Momentos siempre irrepetibles. Y así, nos dejamos aconsejar por el camarero y nos pedimos:
  • Acciuge al verde
  • Risotto con riso di venere, trevisana e Castelmagno
  • Papardelle al ragú di vitello
Un vino de la casa....grissini torinesi...repito: el tiempo no es lento, se detiene con una buena cena y una buena compañía. Gracias Alex!!! Love you!!!

viernes, 2 de octubre de 2015

Almaty: un viaje atropellado pero con principio y final feliz


Este viaje ha sido el más emocionante y atropellado que he tenido a Kazajistán. Ha valido la pena tanto por lo positivo como por lo negativo: lo positivo, la gente tan fabulosa que he conocido de Tarragona, Madrid y Milán, mis amigos del proyecto PEOPLE y la increíble hospitalidad kazaja; en lo negativo, porque he estado dos días sin salir de mi habitación, convertida en hospital de campaña con un suero en un colgador de abrigos, y sin poder comer. Pero atendida por un equipo de médicos de una eficacia impresionate. 


Los primeros días los paso en una Feria de Estudiantes donde aprendo a vender formación, conozco gente de muchos países Europeos que quieren atraer estudiantes kazajos que no tienen prácticamente posibilidades de venir a Europa por falta de recursos y de becas, doy una conferencia que me boicotea un miembro del Ministerio con una pregunta infinita, y disfruto con el grupo que formamos España e Italia post-trabajo. Nos vamos de paseo por el Green Bazaar, el Tsum convertido en Zara (polos opuestos), el “arbat” o rambla de Almaty y damos un inolvidable paseo de dos horas en un tranvía (www.tramcafe.kz) al que llegamos de forma atropellada con dos “black” taxis. Mis compañeras, menos Marina, un poco asustadas con eso de parar un coche y negociar que nos lleve.... y un momento de pánico cuando los taxistas no saben dónde está el tranvía y además no vamos los dos taxis juntos. ¡Una experiencia! 

Durante mis días de convalecencia, mis compañeros de Armenia, Georgia, Portugal, Suecia y Kazajistán me sustituyen y hacen un trabajo impecable. Consigo ir a la última cena, en la dacha privada del hermano de Saule, donde el karaoke internacional es el epicentro de todo. Me sorprende verlos cantar a todos canciones de Adriano Celentano con un acento italiano increíble. Parece ser que durante la época soviética la única música internacional que escuchaban era italiana. Me preparan una sopa mientras ellos comen Beshbarmak (hojas de lasagna con carne de caballo, ternera y cordero), Baursak (pan frito), y hacen “toast” con cognac y vodka. Creo que el derroche de cariño y amabilidad de la gente de Asia Central se encuentra en su carácter nómada que tanto admiro y espero haber adquirido, aunque solo sea un poco, tras tantos años con ellos.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Karakol: la ciudad más natural

Una inmensa mayoría de calles sin asfaltar, caóticas, con gente cruzando por todas partes y coches que dominan el espacio. Pero lo que realmente se agradece al llegar a Karakol es el aire, puro, fresco, olor a montaña que sustituye el perfume de gas que rodea a Bishkek.

Karakol, a 1690 metros sobre el nivel del mar, a 12km del lago y en la falda de la cordillera del Tian-Shan central y vigilado por las cimas del pico Victoria (7439 metros) y Khan Tengri (6995 metros), debe su nombre al Río que la atraviesa aunque durante la época soviética se llamó Prjevalsk (en honor al explorador ruso). Habitada por aproximadamente 70000 personas, la mayoría practica el Islam aunque aún reside una pequeña comunidad de cristianos ortodoxos. Es por ello que las dos joyas arquitectónicas, la Iglesia Ortodoxa Rusa de madera (1872) y la mezquita Dungan (1904) son lo más impresionante de la ciudad, aunque vale la pena visitar el Museo de Historia, el Museo Prjevalski, el mercado de animales de los domingos y el mercado diario (que merece un post aparte). 

En 1889 en la ruta de las caravanas del valle de Chui-Kashgar el barón Kaulbars fundó la ciudad sobre los asentamientos nómadas existentes. Hubo un antiguo caravansarai que se recicló como edificio soviético más tarde.

Hay un increíble coffee shop con café "de verdad" en el que hemos conocido a dos aventureros que están haciendo la ruta Singapur-London!! Aqui su web: http://bestlifeintheworld.com/


La tienda de souvenirs One village-One product merece una parada para ver cómo con productos naturales se pueden crear cosas tan curiosas con lana prensada, una de las técnicas textiles más difíciles y que tanto valoran en Kirguistan. 

Y desde esta ciudad tan apartada del núcleo de capitales centroasiáticas, han partido las grandes expediciones que buscaban en las montañas del Himalaya el "elixir de la vida eterna"....Shangri-La.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

De Karakol a Bishkek: ruta sur del lago Issyk-Kul

Negociamos con nuestro conductor, Ruslan, que en este trayecto no se haga el despistado y se pare al menos en Skashka, una montañas rojas que hay cerca del lago, y que la velocidad no pase de 100km/hora pues nos dicen que la carretera es peor que la del norte.

Emprendemos viaje, nos pide el ‘diengui, diengui’ (3500 soms) y ponemos gasolina. Nada más salir de Karakol nos damos cuenta de que es una carretera mucho menos transitada, llena de baches como la del norte, pero con menos coches da más sensación de seguridad y, de hecho, los adelantamientos de alto riesgo son muchos menos.

El paisaje es una combinación de cañones rojizos a la izquierda y lago a la derecha. Cruzamos varios valles cuyo encuadre incluye el río, los caballos pasando, alguna casa con ventanas azules, a niños jugando y alguna yurta.

Nos desviamos a Skashka, 10 minutos de subida arenosa, y vemos las formaciones de tierra roja que ellos llaman ‘el cuento de hadas’. 

Unos kilómetros después encontramos un memorial completamente abandonado que parece haber sido un espacio de representación del país con yuntas de cemento, estatuas de hierro forjado y fuentes vacías.

Subimos un pequeño puerto entre cañones y ya empezamos a ver montañas altas y glaciares. Hasta que la lluvia llega…. Vemos cómo el lago cada vez se estrecha más hasta llegar a Balykchy y ya estamos de camino a Bishkek por la autovía.

Una ruta mucho más segura y bonita, que recomiendo más que la del norte.

Tengo que recordar que la próxima vez que vaya a Karakol, cogeré el tren de Bishkek a Balykchy y de allí un coche. En tren tiene que ser impresionante!


sábado, 29 de agosto de 2015

Bishkek in due giorni

Bishkek, capitale del Kirghizistan. Una cittá divisa in due: il centro “turistico”, che pulito e rinnovato fa immaginare una societá nuova e benestante, e la zona non turistica (che é il 95% della zona urbana), che risalta la reale societá kirguica: donne e bambini occupati come venditori ambulanti, piccoli negozi alimentari privi di buone condizioni igieniche, mancanza di segnalizazione orizontale e verticale sulle strade. Immaginatevi una cittá con 1 milione di abitanti, nuova del sistema capitalistico moderno, con altrettante automobili “quasi tutte riciclate”, con volante a sx e a dx indifferentemente, circolando senza limiti di velocitá e senza educazione stradale di chi le guida....per me, un vero caos. A questo possiamo aggiungere strade poco asfaltate, mancanza di marciapiedi che rende la circolazione dei pedoni pericolosa, poca luce notturna, (si consiglia uso di torcia per passeggiate notturne). 

In cambio, tanto di giorno come di notte, si puó passeggiare con la piú assoluta tranquillitá.  La sensazione di sicurezza che ho avuto in questi due giorni di camminate solitarie é stata estremamente piú alta di quella offerta da molte altre cittá occidentali. Contrasti di questa cittá. Fa pensare che il passaggio dal sistema sovietico al “no sovietico” a partire dal 1991, data in cui Kirghizistan diventa indipendente, é stato improvviso e non pianificato....creando probabilmente molte contraddizioni.

Sará per questo motivo che per esempio le case di arquitettura sovietica (basse e tutte con giardino) risultano molto piú attrattive delle nuove costruzioni moderne. Certamente saranno queste ultime piú confortevoli, ma senz'altro senza nessun stile identificativo.

La gente della cittá é prevalentemente disponibile e molto aperta. In quanto al mangiare, i piatti sono molto naturali, c´è un pó di tutto, dalla carne al pesce, e sempre con molta verdura.

Un'avvertenza: bere acqua sempre di bottiglia. Pur essendo di montagna la provenienza, probabilmente il sistema di distribuzione fa si che l'acqua “potabile” corrente porta con sé organismi difficili da assimilare a un organismo non “patentato”. Per cui sempre che si va di visita per pochi giorni non é consigliabile bere acqua corrente.


Per muoversi si puó tranquillamente prendere un taxi. Il costo di un transito di 15-20 minuti é poco piú di un euro (100 soms). Peró un'avvertenza: chi soffre di mal di macchina meglio vada camminando. Il taxista non parla altra lingua que sia il kirghico, parla al telefono o con un walkie-talkie mentre guida, gesticola, non rispetta i pedoni, i semafori, etc.

1 – Piazza Ala-Too e Museo Storico della città.                          
Ala-Too é la piazza centrale della cittá, dove si svolgono le celebrazioni nazionali. Al fondo si trova il mueso storico nel quale tuttavia le informazioni sulla storia del paese solo sono in russo e kuirguico. Il Parc Oak merita una passeggiata con pausa per ristoro (da portare sempre nel proprio zaino). Non é difficile incontrarsi per la strada con celebrazioni tipiche della zona.

2 – Teatro Filarmonico e zona Universitaria.
La Università principale è concentrata nella zona adiacente a Frunze Street. Da questa un viale fiorito che culmina con il teatro Filarmonico della città, rende la passeggiata molto gradevole.

3 – Shopping Centre Zum Aichurek, Circus e stazione ferroviaria.
Sempre restando vicino a Oak Park, aprofitto per dare un'occhiata al centro commerciale piú importante della città “Zum Aichurek” (la maggior parte dei prodotti sono diproduzione cinese di bassa qualitá; Kirghizistan non ha industria essendo un paese prevalentemente agricolo).
Il Circus é come uno stadio di forma circolare dove gli abitanti celebrano il matrimonio. Secondo tradizione il festeggiamento puó coinvolgere cosí tante persone che la festa si svolge dentro al Circus. Solo si puó vedere da fuori.

La stazione ferroviaria merita una breve visita. Di tipico stile russo. Se entri di giorno probabilmente incontrerai la stazione quasi vuota, perché i treni praticamente partono di notte, dovuto alle lunghe rotte.

4 -  Moskovzkaya street, Torgtogul street, Chui Avenue, Panfilov Park, Spartak Stadium.
Le strade principali della città sono la Chiu Avenue, arteria principale. La piú “turistica” dove si può incontrare qualche negozietto di souvenirs nei pressi della piazza Ala-Too.
Le altre due strade Torgtogul e Moskovzcaya street, sono molto commerciali, però per i locali. Mini market e venditori ambulanti. Solo si parla russo e si usa il display della calcolatrice per poter pagare. Vicino a Ala-Too vale la pena fare una passeggiata per il Panfilov Park, almeno per rispoleverare la memoria di antiche attrazioni per bambini (nei paesi occidentali ormai passate alla storia). Per gli appassionati si sport, consiglio una vista da fuori dello stadio dello Spartak di Bishkek.

5 – OSH Bazar.
Il gran mercato della capitale. Come tutti i mercati asiatici uno splendore di colori nei banchi di spezie. Qui si trova di tutto, e qui é dove comprano i locali. Corridoi stretti tra i banchi di vendita, pavimento off-road, una sola lingua parlata: la lingua locale. Si puó visitare come turista, peró se accompagnati da un locale tutto sembrerá piú accogliente e facile. Ricordo che c´è anche un altro grande Bazar in Bishkek, che peró per tempo non ho avuto la possibilitá di visitare.

By Andrea Vesentini