A unos 50 kilómetros nos topamos
con un terrible accidente de tráfico. Un taxi a mucha velocidad colisiona
frontalmente con un minibús que se precipita a la cuneta. Vemos dos muertos pero
son siete en total. Un drama para nuestros ojos. Nuestro taxista baja a ver si
puede ayudar pero vuelve vomitando del horror. Se recupera y
reprendemos el viaje.
Nos propone parar en Gavai, un
pequeño lago que han decorado con estatuas de animales hechas con materiales
reciclados o naturales (neumáticos, chapa, piñas, césped, plástico) y que tiene
unos patinetes que te llevan a unas cabañas en medio del lago donde se puede
hacer picnic.
En breve vemos un paso fronterizo
con Kazajistán y una larga de cola de gente que quiere entrar. La frontera
natural son unas montañas que nos acompañarán prácticamente todo el trayecto. A
ambos lados de la carretera, los campesinos locales venden fruta y verdura. Es
temporada de melón y sandía; enormes. Se cruza un pequeño puerto de montaña,
por el valle, que ya ofrece yurtas de venta de productos locales.
Lo mejor: dejarse llevar por las montañas que cada vez son más altas y llegarán hasta el Khan Tengri, de 7000 metros; mirar los animales que libremente van por el campo, muchos caballos y carros con cereales; el lago, de un azul intenso...y no pensar en la carretera que, llena de agujeros, no te permite hacer ni una foto!
Se nota que estamos entrando en una zona poco conocida, poco poblada y donde la naturaleza y la tradición mandan.