sábado, 10 de agosto de 2013

Entrando en Alentejo

Entramos en Portugal por Badajoz dejando atrás campos de de encinas que alimentan a los futuros mejores jamones de España. Hemos podido comer una tapita de ibérico en la Majada, con unos buenos amigos a los que hemos sorprendido en su pueblo natal, Trujillo. Nos han dado una breve vuelta por una de las plazas más bonitas de España y nos han abierto el apetito para volver a pasar unos días con ellos en el futuro.

En la frontera hay 42 grados y el paisaje es prácticamente el mismo.

Tras 80 kilómetros llegamos a Vimieiro y adentrándonos en los campos vemos nuestra pequeña casita alentejana: blanca y azul, de una planta, con un patio trasero grande y una torre que resulta ser el hogar de la casa. El contraste de temperatura entre la casa y el exterior es de unos 20 grados. Ventanas que dan al este bien cerradas de día aseguran una temperatura fresca. Tiene una sala de estar frente al inmenso hogar, una salita de lectura, un piano de cola y una alfombra de Arraiolos que luce grande en la sala. La cocina es espacio y tiene salida al patio cubierto parcialmente por una parra. Una recibidor distribuye las habitaciones, que son tres y dos baños.

Vemos el atardecer desde el porche que da al oeste....el cielo rojizo, la tierra amarilla...