Negociamos con nuestro conductor,
Ruslan, que en este trayecto no se haga el despistado y se pare al menos en
Skashka, una montañas rojas que hay cerca del lago, y que la velocidad no pase
de 100km/hora pues nos dicen que la carretera es peor que la del norte.
Emprendemos viaje, nos pide el
‘diengui, diengui’ (3500 soms) y ponemos gasolina. Nada más salir de Karakol nos
damos cuenta de que es una carretera mucho menos transitada, llena de baches
como la del norte, pero con menos coches da más sensación de seguridad y, de
hecho, los adelantamientos de alto riesgo son muchos menos.
El paisaje es una combinación de
cañones rojizos a la izquierda y lago a la derecha. Cruzamos varios valles cuyo
encuadre incluye el río, los caballos pasando, alguna casa con ventanas azules,
a niños jugando y alguna yurta.
Nos desviamos a Skashka, 10
minutos de subida arenosa, y vemos las formaciones de tierra roja que ellos
llaman ‘el cuento de hadas’.
Unos kilómetros después encontramos un memorial
completamente abandonado que parece haber sido un espacio de representación del
país con yuntas de cemento, estatuas de hierro forjado y fuentes vacías.
Subimos un pequeño puerto entre
cañones y ya empezamos a ver montañas altas y glaciares. Hasta que la lluvia
llega…. Vemos cómo el lago cada vez se estrecha más hasta llegar a Balykchy y
ya estamos de camino a Bishkek por la autovía.
Una ruta mucho más segura y bonita, que recomiendo más que la del norte.
Tengo que recordar que la próxima vez que vaya a Karakol, cogeré el tren de Bishkek a Balykchy y de allí un coche. En tren tiene que ser impresionante!