Uzbekistan, antigua Turquestán,
antigua Persia, invadida por mongoles, turcos, soviets… Tierra de poetas,
profetas, filósofos y ciencia, en la que se respira conocimiento por todas las
esquinas.
Poco tiempo basta para descubrir
un pueblo sencillo, extremadamente acogedor, que disfruta negociando y
compartiendo su historia.
El aeropuerto dista pocos
kilómetros de la capital, Tashkent, unos 15 minutos en coche. Nos hemos alojado
en el Hotel Grand Orzu, una casa de dos plantas sencilla y económica, con un
patio-restaurante en el que disfrutar de una buena cerveza Uzbeka, como la
Bochka, o la sempiterna Baltika rusa.
Dormimos pocas horas pues nuestro
tren, Afrosiyab, sale a las 8.00 de la Vokzal (estación), para llevarnos en
poco más de dos horas a Samarkanda.
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