Hay lugares que te fascinan fotográficamente, lugares que te enamoran por su arquitectura, su paisaje o por su historia, y otros que es la gente del lugar la que te cautiva, de tal forma, que te sientes uno más. Y eso me ha pasado en el sur de Francia, en esa mítica zona Cátara que tanto había leído y oído, la temida Carcassone y la trágica Montsegur, y que nunca estaba en mis mapas. Pero no voy a escribir sobre la zona porque, además de que ya hay miles de blogs que hablan de ella y todo lo que ofrece, mi experiencia ha sido otra, vinculada con un Castillo occitano del siglo XV, una guerra civil que compartimos, y una princesa intelectualmente fabulosa propietaria del Domaine Fajac La Selve.
Dejando atrás la fortaleza de Carcassone, a unos 60 km al oeste, se encuentra la zona de Aude que me recuerda por sus prados y colinas a la Toscana Italiana, y por las puestas de sol. Un desvío a la izquierda te adentra en un camino flanqueado por cipreses altísimos que te acompañan hasta la entrada del Castillo. Desde lo alto del primer ciprés, ondea una "estelada" y ya intuyo que, por todo lo que he leído sobre esta zona, estamos en gente implicada y que siempre se ha considerado "parte de" una guerra civil, una resistencia, Catalunya...con un poco de historia todo se puede entender mejor.
Claude nos recibe con un té junto a la enorme chimenea azul y una muy buena conversación de prácticamente una hora en mi terrible francés sobre la situación de España y Cataluña, los medios de comunicación, la educación....Y nos dice: "Cuando venga Lola, te explicará muchas cosas de la guerra civil". Y así, es, llega Lola y la conexión ya es total. Intercambiamos impresiones de Cataluña y de cómo la Catalunya Nord está participando, y veo que tengo delante de mi a una persona entusiasta como yo con la memoria histórica y la personal. Nos recomienda ir a Mirepoix y nos dice que durante el desayuno seguimos con la conversación.
Al día siguiente, mientras compartimos desayuno con una pareja de Perpignan que está descubriendo a sus vecinos, llega Lola. Nos enseña los rincones del castillo que desde el año 2010 están recuperando, las leyendas que se esconden en sus habitaciones y torres, la historia de las mujeres que dan nombre a las habitaciones, el claustro que rodea la piscina, las casas que componen el Domaine y las caravanas antiguas que también son alojamientos.
Compartimos unas tres horas de recuerdos, objetos, conexiones y pasiones. Me cuenta que hay tanto por ver de la Guerra Civil que tengo que volver...en primavera. Y prometo volver muy pronto porque aquí he encontrado uno de esos lugares en los que me quedaría, de realidades y cuentos, de castillos y esfuerzos, guerras y recuerdos, de mujeres y princesas.
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