jueves, 27 de agosto de 2015

De Bishkek a Karakol: siguiendo la ruta de la seda

La salida de la ciudad a las 9 de la mañana nos cuesta 45 minutos. Mucho tráfico y mucho caos. Me intento poner el cinturón de seguridad y, aunque hay, no tiene enganche. Llueve en Bishkek pero en cuanto salimos de la ciudad, nos recibe el sol. El paisaje de montaña no tarda en aparecer.

A unos 50 kilómetros nos topamos con un terrible accidente de tráfico. Un taxi a mucha velocidad colisiona frontalmente con un minibús que se precipita a la cuneta. Vemos dos muertos pero son siete en total. Un drama para nuestros ojos. Nuestro taxista baja a ver si puede ayudar pero vuelve vomitando del horror. Se recupera y reprendemos el viaje.

Nos propone parar en Gavai, un pequeño lago que han decorado con estatuas de animales hechas con materiales reciclados o naturales (neumáticos, chapa, piñas, césped, plástico) y que tiene unos patinetes que te llevan a unas cabañas en medio del lago donde se puede hacer picnic.

En breve vemos un paso fronterizo con Kazajistán y una larga de cola de gente que quiere entrar. La frontera natural son unas montañas que nos acompañarán prácticamente todo el trayecto. A ambos lados de la carretera, los campesinos locales venden fruta y verdura. Es temporada de melón y sandía; enormes. Se cruza un pequeño puerto de montaña, por el valle, que ya ofrece yurtas de venta de productos locales.


Entramos en la región de Issykkul y cruzamos Balykchy, primer pueblo del lago con algunas casas restauradas con madera de colores. Cruzamos varias poblaciones hasta llegar a Cholpon-Ata donde pensamos que va a parar, pero no lo hace. No paramos a comer ni en el museo. Le pregunto y dice que comer en Cholpon-Ata es muy caro y que el museo ya lo hemos pasado. Bueno….necesitamos un café así que insistimos y nos para en un mercado. Vamos al lavabo y mejor no comentar. No nos apetece ni el café. Seguimos....

Lo mejor: dejarse llevar por las montañas que cada vez son más altas y llegarán hasta el Khan Tengri, de 7000 metros; mirar los animales que libremente van por el campo, muchos caballos y carros con cereales; el lago, de un azul intenso...y no pensar en la carretera que, llena de agujeros, no te permite hacer ni una foto!

Se nota que estamos entrando en una zona poco conocida, poco poblada y donde la naturaleza y la tradición mandan.





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