Tras el baño en la laguna azul decidimos continuar hacia el sur para conocer Grindavik y atravesar, más tarde, los campos geotérmicos de Krisuvik. Grindavik es conocida por el museo del pescado en salazón; la foto en blanco y negro de un marinero con un bacalao gigantesco aparece en todas las guías y postales de Islandia. De Grindavik decidimos dar una vuelta mayor para poder atravesar las lagunas ardientes de Krisuvik. El paisaje hasta los campos es un primer enorme e infinito desierto de lava. De camino paramos en Krisuvikuberg, iglesia del 1857, que según nuestra guía había sido restaurada hace un par de años y al llegar a la cima de la pequeña colina encontramos un rectángulo en el suelo (la base de la Iglesia) y restos de material quemado. Vaya impresión!
Llegamos a los impresionantes campos geotérmicos. Son charcos con agua sulfurosa que hierve y provoca una mezcla de colores y olores extraña. De vuelta a Reykjavik hemos encontrado unos campos de secado de pescado que impresionan entre tanta tierra desolada.
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