No hay mayor riqueza en un país que toda aquella que viene de la tierra. Turkmenistán es un país rico, en gas. Tiene la tercera reserva más grande del mundo y, por ella, rusos e iraníes litigan en silencio. Gazprom (cuyo presidente es Vladímir Putin, también primer ministro ruso) ha tenido siempre el control del gas de Asia Central. Sus pseudo-independizadas hijas, las ex-repúblicas soviéticas, son quienes verdaderamente lo guardan, entre ellas la antigua Turkmenia. Gazprom vende a al este (China) y al oeste (Oeste), pero parece que Turkmenia se quiere independizar y vender directamente. Ha llegado a acuerdos con China, quien pagará íntegramente el gasoducto y poco falta para que se firme un acuerdo con Irán y Turquía. ¿Tendrá que rebajarle el precio a Ucrania?
En Ashgabat huele a gas. Las farolas son de gas. El gas es gratuito para los ciudadanos. Los coches van con gas. En las afueras hay cráteres de gas, gigantes, como volcanes. Algunos se ven desde el avión, en pleno desierto, de noche. Siempre se vuela de noche en Turkmenistán.
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