sábado, 8 de agosto de 2015

Bucarest: Belleza decadente y draculiana

Apuntes de mi viaje en solitario a Bucarest de hace unos meses...

Despegamos con la compañía rumana low cost Blue Air que sorprendentemente nos da de comer. Inmediatamente identifico el orígen del avión: Meridiana Italia. Me relajo....aunque aún tengo en la cabeza la sensación de idiota metiendo una maleta llena dentro de otra llena!

Ya en el modernísimo aeropuerto Henri Coanda, sigo las instrucciones de mi colega rumana y voy a las máquinas automat, selecciono "speed taxi" y espero fuera. Un jovencísimo taxista me recoge y me lleva al hotel situándome en el panorama político del país (28 lei).

Bucarest es un enjambre de edificios y casas que, a pesar de su estado ruinoso, muestran la riqueza que hubo aquí en el siglo XIX y el interés por el estilo art-decó. Decandente y draculiana, mucha gente vaga y duerme por sus calles. Pobreza, mendicidad y personas con malformaciones conviven con una emergente clase media capitalista, pero incipiente.

Diminutas y bellísimas iglesias ortodoxas se aparecen entre las calles para dar cobijo y esperanza a una sociedad que ha vivido un siglo XX de represión tras represión. Quizá podría haber sido una ciudad que se salvará de la masiva planificación urbanística, pues hasta la llegada de Ceaucescu parecen conservarse muchos de los edificios y casa características de la ciudad. Pero fue la desorbitada pretensión de este mandatario que quiso estar a la altura de los grandes dirigentes comunistas y, mediante la destrucción de todo un barrio de la ciudad, construyó un parlamento de gigantescas dimensiones y para lo que necesito a medio país. No comprendo cómo pueden considerar semejante obra Patrimonio de la Humanidad.


Por otro lado, para borrar la imagen de semejante edificio, me voy a pasear al barrio antiguo, frente al Teatro Nacional y me paro a tomar algo en Caru' cu bere, fantástica birreria-restaurante que data de 1879.

Me ha gustado mucho dejarme llevar por sus calles, observar cada detalle de sus edificios e imaginarme lo bella que debió ser en el siglo XIX y cómo debió competir con Viena y Budapest.

Volveré....

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