Calles estrechas, ciudad tranquila y muchas cuestas. Porto es una ciudad que se disfruta con dos días de estancia. Aparcamos el coche en Plaza Lisboa, es pleno centro, y vamos a la Estación de Sao Bento, una maravilla de edificio con azulejos interiores y una zona de vías que recuerda al siglo XIX.
Bajamos Rua das Flores que obliga a pasar por tiendas de antaño como la
Livraria Chaminé da Mota o la papelería de 1824 en Largo de Sto. Domingo. Llegamos a la Ribeira y paseamos sus estrechas calles hasta el puente de Dom Luis que no lleva al barrio de Gaia, zona de las cavas del Vinho do Porto. Un buen bacalhao y sardinas a bras en la zona del mercado con vistas a la ciudad.
Cruzamos de nuevo el Douro dirección Terreiro da Sé, pero con funicular (1,45€). Visitamos la Catedral y bajamos por la rua de Aldas y sus callecitas estrechas, ventanas abiertas que dejan oir los Fados, banderas de Portugal y algunas gallinas que corretean por la plaza.
Nos despedimos de Porto con un buen café (50cts) en la rua Galería de París, fantástica!