Es de destacar la “solaridad” y ofrecimiento de los napolitanos, desde el taxista que te ofrece chicles y caramelos, hasta el director del hotel que te lleva en su coche al lugar de reunión. Los napolitanos interactuan constantemente, hablan, gritan, muestran, se tocan y te tocan. Desconocidos (como el taxista o un camarero) se despiden dándote la mano.
 El centro histórico de Napoli te transporta a la edad media con sus calles-mercado, tiendas abiertas una tras otra, al estilo Medina marroquí, con la diferencia de que el producto en venda en Napoli son “souvenirs” de figuritas del belén y enormes belenes completos, arlequines, pepperoncini, y la loteria napolitana, entre otros. Se deben pasear sus callejuelas (viccoli) con su ropa tendida de punta a punta, aprovechando cables, farolas, vírgenes, etc. Ventanas y puertas abiertas, artesanos trabajando en las calles, un café en piazza Bellini con los ensayos de los músicos del conservatorio de fondo merece mucho la pena.
El centro histórico de Napoli te transporta a la edad media con sus calles-mercado, tiendas abiertas una tras otra, al estilo Medina marroquí, con la diferencia de que el producto en venda en Napoli son “souvenirs” de figuritas del belén y enormes belenes completos, arlequines, pepperoncini, y la loteria napolitana, entre otros. Se deben pasear sus callejuelas (viccoli) con su ropa tendida de punta a punta, aprovechando cables, farolas, vírgenes, etc. Ventanas y puertas abiertas, artesanos trabajando en las calles, un café en piazza Bellini con los ensayos de los músicos del conservatorio de fondo merece mucho la pena.  La riviera y la imponente imagen del Vesuvio de fondo, con ese sol por el que se conoce a la “città del sole” invitan a pasear con precaución por sus barrios, en especial por los “Quartieri Spagnoli”, conocidos por agresiones constantes nocturnas pero merecen una visita diurna por sus estrechíssimas calles y sus ventanas abiertas que provocan la sensación de estar en la discusión que en las casas se produce.
 


 
 


 
 
